Si te gustan los huevos para desayunar, es posible que te preguntes de dónde vienen. Sin embargo, la mayoría de los huevos que consumimos provienen de gallinas que viven toda su vida en jaulas extremadamente estrechas conocidas como jaulas de batería. Esa no es una buena vida para las gallinas, y también puede ser mala para nosotros, los que comemos los huevos. Este artículo explicará más sobre las jaulas de batería y el grave problema que representan para las gallinas y los seres humanos.
Las gallinas ponedoras (de batería) se mantienen en un tipo especial de jaula llamada jaula de batería. Las jaulas suelen ser de alambre y están apiladas una sobre otra, lo que resulta en múltiples capas de jaulas en una gran estructura. Cada una es diminuta, a menudo solo ligeramente más grande que la gallina que vive dentro. Esto significa que no hay suficiente espacio para que las gallinas se paren, den vueltas o incluso batan sus alas. En estas jaulas, las gallinas no pueden realizar comportamientos básicos, como raspar el suelo o descansar en un posadero, ambos de los cuales son normales para los pollos.
Quizás el mayor problema es que estar en jaulas de batería impide que las gallinas realicen comportamientos que les permiten sentirse felices y saludables. Por ejemplo, no pueden tomar baños de polvo, un comportamiento que a los pollos realmente les encanta. Tampoco pueden mezclarse o pasar tiempo con otras gallinas, lo cual es muy importante para su bienestar. Su única opción es quedarse en una pequeña jaula sin nada que los entretenga. Esto puede causar problemas físicos y, a su vez, emocionales. 'Las gallinas son animales sociales y necesitan interactuar con otras gallinas y moverse libremente para estar sanas y prosperar.'
Las gallinas nacen y son criadas por los granjeros hasta que maduran y pueden comenzar a producir huevos. Una vez que llegan a esta edad, se trasladan a jaulas de batería, donde permanecerán durante el resto de sus vidas. Su única tarea es poner huevos en estas jaulas. Los granjeros les proporcionan comida y agua para mantenerlas vivas y apoyarlas en la producción de la mayor cantidad de huevos posible.
Pero las gallinas criadas en jaulas no tienen la oportunidad de experimentar su esperanza de vida natural completa. Las gallinas pueden vivir hasta 10 años si se les cuida adecuadamente, pero las gallinas en jaulas son sacrificadas mucho antes: después de solo dos años. A medida que envejecen, su producción de huevos disminuye y los granjeros ya no los consideran rentables. Esto significa que cada año se sacrifican millones de gallinas simplemente porque ya no producen suficientes huevos para justificar el costo de mantenerlas.
El precio de las gallinas en jaulas es mucho mayor — y abarca mucho más que simplemente el dolor que sufren. También puede tener implicaciones potenciales para la salud humana y el medio ambiente. Las condiciones de vida congestionadas y sucias en las jaulas permiten que las enfermedades se propaguen. Y a veces, las enfermedades pueden transmitirse a las personas: enfermedades zoonóticas, lo que representa una amenaza para la salud humana.
Las granjas industriales, como aquellas que utilizan jaulas de batería, generan cantidades significativas de desechos, además de complicaciones de salud; estas granjas pueden poner en peligro el medio ambiente. Los desechos podrían contaminar ríos, lagos y suelo, haciéndolo peligroso para las plantas, los animales y los seres humanos. Los gases emitidos por estas granjas contribuyen al cambio climático, que tiene impacto en todo el mundo.